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miércoles, 7 de septiembre de 2011


Azul...

Azul es un libro de cuentos y poemas del poeta nicaragüense Rubén Darío, considerado una de las obras más relevantes del modernismo hispánico. Se publicó por primera vez en Valparaíso el 30 de julio de 1888. Dos años después, en Guatemala, apareció una segunda edición, corregida y aumentada.

Contenido

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[editar]Creación

Los poemas y cuentos que componen el libro fueron en su mayor parte escritos por Rubén Darío durante su estancia en Chile, país en el que permaneció entre 1886 y 1889. Todos los textos habían aparecido previamente en la prensa chilena, entre el 7 de diciembre de 1886, fecha en la que apareció "El pájaro azul", y el 23 de junio de 1888 ("Palomas blancas").

[editar]El título

No está clara la razón por la cual Darío tituló así el libro. En su primera edición, la obra llevaba un prólogo de su amigo chileno Eduardo de la Barra con un epígrafe de Víctor Hugo, poeta muy admirado por Darío, que dice así: "L'art c'est l'azur". En una nota a la segunda edición del libro, de 1890, el autor explica que esta cita del poeta francés motivó el título. Sin embargo, años después, en Historia de mis libros (1913), negó esta relación. Según explica en esta obra, el azul era para él "el color del ensueño, el color del arte, un color helénico y homérico, color oceánico y firmamental".

[editar]Primera edición

En su primera edición, de 1888, el libro estaba dividido en las siguientes partes:
  • "Cuentos en prosa", que incluía los relatos "El Rey Burgués", "La Ninfa", "El fardo", "El velo de la reina Mab", "La canción del oro", "El rubí", "El palacio del sol", "El pájaro azul" y "Palomas blancas y garzas morenas".
  • "En Chile", con dos textos en prosa: "Álbum porteño" y "Álbum santiagués".
  • "El año lírico", con cuatro poemas dedicados a las cuatro estaciones: "Primaveral", "Estival", "Autumnal" e "Invernal".
  • Dos poemas sueltos: "Pensamiento de otoño" y "Anagke".
En los relatos, Darío inserta con frecuencia temas y motivos de la mitología griega, pero también de los cuentos de hadas. Aparecen personajes como Mab, la reina de las hadas, o Puck, el duende de El sueño de una noche de verano de William Shakespeare. A pesar de que predomina este ambiente de ensueño, destaca por su estética próxima al naturalismo el relato "El fardo", que relata la muerte de un joven trabajador portuario. La denuncia de la injusticia social no es ajena a estos cuentos: está presente también en el relato "La canción del oro", en el que un pobre poeta bohemio entona un amargo himno al oro (que vale aquí como metonimia del dinero).
Uno de los ejes temáticos de los relatos incluidos en Azul... es la reflexión, muchas veces amarga, sobre la condición del artista en la sociedad burguesa. El mejor ejemplo es "El Rey Burgués", irónicamente subtitulado "Cuento alegre", en el cual el poeta protagonista es condenado por el rey que da título al cuento a accionar sin descanso el manubrio de una caja de música. Los críticos han comentado que en gran medida esto refleja la desubicación personal del propio autor entre la plutocracia chilena.

[editar]Recepción

En un primer momento, la publicación de la obra no tuvo demasiada repercusión, fuera de alguna reseña en la prensa chilena. Sin embargo, en octubre de 1888, el novelista español Juan Valera, cuya opinión era muy respetada entre los intelectuales de España e Hispanoamérica, publicó dos cartas en el periódico El Imparcial, de Madrid,1 en los cuales elogiaba a Rubén Darío, porque a pesar de la fuerte influencia de la literatura francesa, había sabido destilar una personalidad propia:
Y Ud. no imita a ninguno: ni es Ud. romántico, ni naturalista, ni neurótico, ni decadente, ni simbólico, ni parnasiano. Usted lo ha revuelto todo: lo ha puesto a cocer en el alambique de su cerebro, y ha sacado de ello una rara quinta esencia.2
La aprobación de Valera, difundida en la prensa de Chile y de otros países de lengua española, supuso la fortuna del libro. La primera edición se agotó rápidamente. Desde 1889, Darío comenzó a preparar la segunda edición, que aparecería en Ciudad Guatemala el 4 de octubre de1890.

[editar]Segunda edición

La nueva edición se amplió con nuevos textos, tanto en prosa como en verso. Se añadieron los relatos "El sátiro sordo", "La muerte de la emperatriz de la China" y "A una estrella", así como nuevas secciones de poemas, tituladas "Sonetos áureos", "Medallones" y "Èchos" (tres poemas en francés), y un poema suelto "A un poeta". La nueva edición llevaba además notas del autor aclarando algunos aspectos de los textos incluidos en el libro. Por último, el nuevo Azul... incorporaba las dos cartas de Valera al inicio del libro, antes del prólogo de Eduardo de la Barra.
Especialmente notables son los "Sonetos áureos", por la novedad que suponen para la métrica española, ya que están escritos enalejandrinos. El primero de ellos, "Caupolicán", está basado en un pasaje de La Araucana, de Alonso de Ercilla, que refiere el heroísmo del caudillo araucano Caupolicán. La sección "Medallones" reúne seis poemas dedicados a sendos autores admirados por Darío: los francesesLeconte de Lisle y Catulle Mendès, el estadounidense Walt Whitman, el cubano José Joaquín Palma, el italiano nacionalizado francésAlejandro Parodi, y el mexicano Salvador Díaz Mirón.
La segunda edición tuvo mayor difusión que la primera. Se sabe que recibieron ejemplares del libro el cubano Julián del Casal, y el españolSalvador Rueda (el volumen de Rueda sería posteriormente heredado por Juan Ramón Jiménez).

Miguel Angel Sánchez Vallejos 3°"D"

El burlador de Sevilla y convidado de piedra

El burlador de Sevilla y convidado de piedra es una obra de teatro que por primera vez recoge el mito de Don Juan Tenorio, sin duda, el personaje más universal del teatro español. De autoría discutida, se atribuye tradicionalmente a Tirso de Molina y se conserva en una publicación de 1630, aunque tiene como precedente la versión conocida como Tan largo me lo fiais representada en Córdoba en 1617 por la compañía de Jerónimo Sánchez. Alfredo Rodríguez López-Vázquez señala al dramaturgo Andrés de Claramonte como autor de la obra en función de pruebas de carácter métrico, estilístico e histórico.1 2 Sin embargo, tanto Luis Vázquez como José María Ruano de la Haza la dan sin dudar como obra de Tirso y otros críticos concluyen que tanto El burlador como el Tan largo me lo fiais descienden de un arquetipo común del Burlador de Sevilla escrito por Tirso entre 1612 y 1625.3
Don Juan personifica una leyenda sevillana que inspiró a MolièreLorenzo da Ponte (autor del libreto de Don Giovanni de Mozart), Azorín,Marañónlord ByronEsproncedaPushkinZorrilla y a muchos otros autores. Es un libertino que cree en la justicia divina («no hay plazo que no se cumpla ni deuda que no se pague») pero que confía en que podrá arrepentirse y ser perdonado antes de comparecer ante Dios («¡Qué largo me lo fiais!»). Si además recordamos que El burlador de Sevilla fue publicada en 1630 podemos concluir que es una obra cuya vocación es moralizante, y podría haber sido concebida como respuesta a la teoría de la predestinación de Juan Calvino, según la cual la salvación y la entrada al reino de los cielos ya ha sido determinada por Dios desde el nacimiento de uno, dado por gracia a través de Cristo y recibido solamente por fe, por lo que los actos no son determinantes para la salvación de las almas.

[editar]Contexto

Se ha especulado mucho sobre la posible inspiración en un personaje real, señalándose a Miguel de Mañara como principal candidato. Sin embargo, si aceptamos la opinión mayoritaria respecto la autoría y la fecha no podrá considerarse el personaje de Don Juan inspirado en la vida de Don Miguel ya que éste nació en 1627 y la obra fue editada solo tres años después. Si bien, una versión precedente del Burlador, elTan largo me lo fiais, podría datar de 1617. Se dice que la obra de Tirso fue un guiño dedicado a los caballeros de la época, cuya profanación de la honra de las mujeres era mundialmente elogiada.

[editar]Argumento

Un joven noble español llamado Don Juan Tenorio seduce en Nápoles a la duquesa Isabela haciéndose pasar por su novio, el duque Octavio, lo que ella descubre al querer alumbrarle con el farol. Tras esto, en la huida va a parar a la habitación del Rey, quien encarga al guardia Don Pedro Tenorio (pariente del protagonista) que atrape al hombre que ha deshonrado a la joven. Al entrar Don Pedro en la habitación y descubrir que el burlador es su sobrino, decide escucharle y ayudarle a escapar, alegando más tarde que no pudo alcanzarlo debido a su agilidad al saltar desde la habitación a los jardines.
Tras esto, Don Juan viaja a España y naufraga en la costa de Tarragona; Catalinón (su criado) consigue llevarlo hasta la orilla, donde les aguarda la pescadora Tisbea, que ha oído su grito de socorro. Tisbea manda a Catalinón a buscar a los pescadores a un lugar no muy lejano y en el tiempo que están ellos solos Don Juan la seduce y esa misma noche la goza en su cabaña, de la que más tarde huirá con las dos yeguas que Tisbea había criado.
Cuando Don Juan y Catalinón regresan a Sevilla, el escándalo de Nápoles llega a oídos del rey Alfonso XI, quien busca solucionarlo comprometiéndolo con Isabela (el padre de Don Juan trabaja para el rey). Mientras, Don Juan se encuentra con su conocido, el Marqués de la Mota, el cual le habla sobre su amada, doña Ana de Ulloa, tras hablar de burlas, “ranas” y mujeres en todos los aspectos; y como el Marqués de la Mota dice de Ana que es la más bella sevillana llegada desde Lisboa, Don Juan tiene la imperiosa necesidad de gozarla y, afortunadamente para él, recibe la carta destinada al Marqués, al que luego informará de la cita pero con un retraso de una hora para así él gozar a Ana. Por la noticia de la carta de Ana de Ulloa, Mota le ofrece una burla a Don Juan, para lo cual éste ha de llevar la capa del Marqués, que se la presta sin saber que la burla no iba a ser la estipulada, sino la deshonra de Ana al estilo de la de Isabela.
Don Juan consigue engañar a la dama, pero es descubierto por el padre de esta, Don Gonzalo de Ulloa, con quien se enfrenta en un combate en el que Don Gonzalo muere. Entonces Don Juan huye en dirección a Lebrija.
Mientras se encuentra lejos de Sevilla, lleva a cabo otra burla, interponiéndose en el matrimonio de dos plebeyos, Aminta y Batricio, a los que engaña hábilmente: en la noche de bodas, Don Juan llega a parecer interesado en un casamiento con Aminta, quien lo cree y se deja poseer.
Don Juan vuelve a Sevilla, donde se topa con la tumba de Don Gonzalo y se burla del difunto, invitándole a cenar. Sin embargo, la estatua de éste llega a la cita ("el convidado de piedra") cuando realmente nadie esperaba que un muerto fuera a hacer cosa semejante. Luego, el mismo Don Gonzalo convida a Don Juan y a su lacayo Catalinón a cenar a su capilla, y Don Juan acepta la invitación acudiendo al día siguiente. Allí, la estatua de Don Gonzalo de Ulloa se venga arrastrándolo a los infiernos sin darle tiempo para el perdón de los pecados de su “Tan largo me lo fiais”, famosa frase del Burlador que significa que la muerte y el castigo de Dios están muy lejanos y que por el momento no le preocupa la salvación de su alma.
Tras esto se recupera la honra de todas aquellas mujeres que habían sido deshonradas, y puesto que no hay causa de deshonra, todas ellas pueden casarse con sus pretendientes.

Miguel Angel Sánchez Vallejos 3°"D"